En 1496 se trasladó a Roma, donde realizó dos esculturas que lo proyectaron a la fama: "El Baco" y "La Piedad de San Pedro". Esta última, su obra maestra de los años de juventud, es una escultura de gran belleza y de un acabado impecable que refleja su maestría técnica, Al cabo de cinco años regresó a Florencia, donde recibió diversos encargos, entre ellos "El David", el joven desnudo de cuatro metros de altura que representa la belleza perfecta y sintetiza los valores del humanismo renacentista.
"El Baco" 1497, Italia
"La Piedad del Vaticano" 1498-1499, Ciudad del Vaticano
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